Hoy hablaremos de una calle. No sólo nos fijaremos en su ubicación, que también, sino en la repercusión que tuvo la composición de las palabras que la componen. Nos referimos a la calle de Gil Imón que hace travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia.Gil Imón de la Mota fue fiscal del Consejo de la Hacienda en tiempos de Felipe III. Por entonces eran muy habituales los bailes a los que acudía la alta sociedad, en concreto las mozas casaderas en busca de un joven apuesto que las desposara. A las muchachas de entonces se las conocía como “pollas”, apelativo que recoge el Diccionario de la RAE.
Don Gil tenía tres hijas en edad de merecer. Las chicas no eran muy agraciadas que se diga y además tampoco destacaban por ser resueltas, más bien todo lo contrario, siendo incluso algo tontuelas. Pero el regidor las llevaba a todos los actos públicos a los que acudía. Tanto, que se hizo famosa la pregunta: “¿Ha llegado ya D. Gil?” A lo que se respondía: “Sí, ha llegado con sus pollas”.
Las jóvenes esperaban que algún día algún apuesto caballero se les acercara, pero eso nunca ocurría. La insistencia de esta costumbre dio lugar a la asociación mental de D. Gil y sus pollas con el significado de tonto. Y así surgió esta palabra: gilipollas. Por eso podemos decir que tiene su origen en el Madrid más castizo y que desde aquí se exportó hasta llegar a incluirse en la DRAE.
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