Del origen de Madrid hasta el nacimiento de su primer ayuntamiento van unos pocos de siglos. Hay mucha historia que contar entre un momento y otro. Pero hoy nos referiremos a este segundo acontecimiento que marca un punto de inflexión en cuanto a la trayectoria política se refiere de quienes gobiernan nuestra ciudad.
Fue el Rey Alfonso XI quien dictó un privilegio el 6 de enero de 1346 por el que creaba el ayuntamiento madrileño. Estaría formado por doce regidores –equivalentes en la actualidad a los concejales- y dos escribanos que harían las labores de secretarios.
Hasta ese momento habían funcionado los concejos abiertos, que no eran sino reuniones de todos los vecinos para deliberar sobre los asuntos que interesaban a los ciudadanos. Este sistema dejó de tener vigencia cuando la población de determinadas ciudades –como Madrid- había crecido demasiado y se hacía casi imposible la participación de todos cuantos la formaban.
La creación de un ayuntamiento supondría la primera representación popular del pueblo a través de unas personas elegidas previamente. El primer corregidor madrileño sería Francisco Luján –perteneciente a una destacada familia de nobles cuya casa sita en la plaza de la Villa- y ejercería su papel hasta 1353.
La vida política del ayuntamiento de Madrid se ha caracterizado siempre por sus intensos debates e incluso regañinas verbales dada la falta de responsabilidad de sus regidores que –en muchas ocasiones- faltaban a las sesiones.
Por aquel entonces, la desidia de los regidores era tal, que el 11 de febrero de 1566 no pudo llegarse a ningún quórum por no estar presentes ni las dos terceras partes de la representación política, que era el mínimo establecido para tomar decisiones.
Un año más tarde, el 13 de junio de 1567 los regidores discutieron enérgicamente al no ponerse de acuerdo en el reparto de las comisiones. Al parecer unos estaban cargados de trabajo y otros disfrutaban de una tranquila ociosidad.
En esta ocasión era corregidor el Doctor Pernia. Los ánimos llegaron a calentarse de tal manera que los gritos se oían desde la propia plaza del Salvador –actual plaza de la Villa-. En aquel momento las reuniones se celebraban en una sala sobre el atrio de la Iglesia del Salvador ya que aún no se había construido el propio Consistorio.
Más información en “Sucedió en Madrid. Hechos curiosos y raros de la historia de Madrid” de José del Corral
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