En en el mes de Octubre 2010, se cumplían 125 años desde que el telón del Teatro de la Princesa (hoy Centro Dramático Nacional) se alzara por primera vez. Desde aquí queremos hacer un repaso a su historia y evolución.
El impulsor de este teatro sería el Duque de Terranova y Marqués de Monasterio, un joven emprendedor, seguidor político de Cánovas del Castillo, Diputado en Cortes por Pontevedra y Maestrante de Sevilla. Su madre se había dedicado al negocio del entretenimiento con anterioridad, ya que había sido la propietaria del Teatro Circo Recoletos.
Este hombre vivía en el Paseo de Recoletos, en un palacio familiar diseñado por Ortiz de Villajos, el mismo arquitecto al que se le encargó el Teatro de la Princesa, en memoria de María de las Mercedes de Borbón y Austria, primogénita de Alfonso XII.
Se cuenta que en un principio este centro fue conocido por los profesionales de la escena como “el teatro de provincias más cercano a Madrid”, aunque hoy nos parezca de lo más céntrico la calle Tamayo y Baus. Según cuentan las crónicas, el marqués gastó en él cinco millones de reales en el proyecto.
En más de un siglo de historia su aspecto no ha cambiado en lo sustancial. La fachada de tres cuerpos es de orden neoclásico y está adornada con composiciones geométricas y con cinco medallones de dramaturgos. A su diseño original se le añadió un piso.
En un principio, en el porche de acceso se guarecían los carruajes. El auditorio tiene planta de herradura y está decorado en terciopelo rojo y pan de oro. Las balconadas de los palcos y de los tres pisos son de forja, igual que los del Teatro de la Comedia, trazado por el mismo arquitecto.
El Teatro de la Princesa comenzó a ser muy prodigado por la actriz María Guerrero. Será en 1908 cuando el marido de ésta lo compre, convirtiéndolo en el centro de actuación por excelencia de la actriz. Tras su muerte en 1928 es comprado por el Estado Español que lo denominará oficialmente Teatro María Guerrero. Desde 1978 es la sede del Centro Dramático Nacional.
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