SOY HIJA DE MADRID LO MISMO QUE FUE MI PADRE, COMO MI MADRE TAMBIEN LO ES, EN ESTA TIERRA DE ARTE DONDE SIEMPRE VIVIRE ...EL RECORRER DE SUS CALLES, LAS CUALES NO TIENEN FIN, TE HACEN SENTIR EL EMBRUJO QUE SIEMPRE GUARDA MADRID, ... Y VENGAS DE DONDE VENGAS, LLEGUES DE CUALQUIER LUGAR, TE SENTIRAS MADRILEÑO, POR LA CALLE DE ALCALA..... Y POR EL MADRID MAS VIEJO QUE PISABAN MIS ABUELAS, PASEARAS SIN DESCANSO POR SUS CALLES Y PLAZUELAS, Y BIEN SEA DE TAPEO DE ENTRESIJO Y GALLINEJA, CHOCOLATE CON BUÑUELOS, DIRAS CON LA BOCA LLENA ...¡!! QUE DESDE MADRID AL CIELO ¡!!
Un homenaje a todos los antiguos cafés que tuvo Madrid y que han desaparecido o se han transformado.
Un recorrido por los cafés literarios de la capital del S. XIX y XX. En sus mesas se sentaron los más ilustres y reconocidos escritores de otros tiempos para inspirarse ante el aroma de un café.
Por el café Gijón pasaron las mejores plumas del país como Baroja, Benavente o Cela, que se inspiró en ete lugar para escribir “La Colmena”. Otro de los referentes de este tiempo, es El Comercial que es el más antiguo -fundado en 1887- y fue el primero en emplear camareras.
Algunos cafés se han ido adaptando a los nuevos tiempos como el Café de Oriente o la cafetería del Círculo de Bellas Artes por donde pasan numerosos artistas. Por su parte, el Café del Príncipe se ha transformado en un pub irlandés llamado El Parnasillo, en honor a la tertulia que allí congregaba a los escritores del romanticismo.
Otros -sencillamente- han desaparecido, como El Café de Pombo, que tuvo a Gómez de la Serna como animador o el Café de la Montaña donde Valle Inclán perdió su brazo. (Vídeo: Youtube, de Telemadrid).
El restaurante más antiguo del mundo, según el libro de los Guinness, la Casa Botín. Esto es así porque desde su fundación, en 1725, ha mantenido el nombre, se ubica en el lugar donde se instaló en su origen y se dedica al mismo oficio.
Todo comienza al término de la guerra de secesión entre austrias y borbones. Es en ese momento cuando un cocinero francés, Jean Botin, llega a la calle Cuchilleros y abre una posada con un horno de leña. No conocía la repercusión histórica de su incipiente negocio.
A la muerte del matrimonio Botín, se hará cargo del restaurante uno sobrino de ellos, heredando el nombre con el que será conocido a partir de entonces, Restaurante “Sobrino de Botín”. Por aquel entonces, se consideraba una Casa de Comidas, incluso llegó a tener una pequeña pastelería.
En vísperas de la Segunda República, el matrimonio González Martín se hace cargo del restaurante y durante la guerra civil se usará como comedor para milicianos. No será hasta los años cincuenta cuando se recupere el esplendor del centenario restaurante.
Botín comenzó a ser inmortalizado en la literatura nacional y en la anglosajona. Galdós habla del mismo en Fortunata y Jacinta, Ramón Gómez de la Serna le dedica una de sus greguerías, Truman Capotte hace lo propio y Ernest Hemingway se convierte en un incondicional del restaurante.
Intelectuales, artistas, jefes de Estado, monarcas y gente de todo tipo y condición han pasado por sus famosos salones. Casa Botín es algo más que un restaurante donde se comen los mejores cochinillos asados, es parte del Patrimonio Cultural de Madrid. (Vídeo de Inadver, de Youtube).
Queremos mostrar algunas imágenes de las más significativas de la ciudad y de otros negocios dedicados a la restauración. Muchos son famosos y muy conocidos, otros pasan más desapercibidos.
Los nombres son de lo más varipinto. Algunos directamente ponían el del dueño del negocio, el de su lugar de procedencia, el de alguna mascota que tuvieran en su interior o simplemente el género al que se dedican. Casi todos ellos se han convertido en unos clásicos del Madrid antiguo.
No están todos, claro está, pero sí son una buena selección de lo que representaba al comercio madrileño, a sus bares y restaurantes. Es curioso cómo todas las fachadas tienen una apariencia similar y aunque algunos han evolucionado han sabido mantener la apariencia similar.
Es éste un vídeo que quiere ofrecer un paseo rápido por los rincones de ese viejo Madrid que aún existe. Por esos negocios -casi siempre de tradición familiar- que están subsistiendo pese a sus grandes rivales. Merece la pena rescatarlos del olvido y redescubrirlos.
Era la taberna madrileña un lugar de encuentro donde las personas se reunían para charlar de sus cosas al tiempo que acompañaban el momento de un chatillo de vino y una tapa. Estas tascas tenían , y algunas mantienen, una esencia especial.
Lo que identificaba a simple vista una taberna madrileña era su aspecto exterior. Solía tener puertas de madera pintada del color del vino tinto y un letrero de madera o de vidrio pintado en el que se anunciaba el nombre del tabernero y el número de la calle.
Los locales no eran muy grandes, por lo que las mesas -de madera en un principio- solían ser redondas y pequeñas. Para sentarse se empleaban taburetes o bancas. Ya en el siglo XIX se empiezan a ver los veladores de mármol con patas de forja.
La barra del bar era de madera tallada o de cerámica artística mientras que la cubierta era de estaño. En la pila, se lavaba la cristalería con un lebrillo y se mantenían frescas las frascas. Encima de ella estaban los grifos que remataban en una estatuilla. Grifos que vertían siempre lo mismo: cerveza, vermú, agua carbonatada y agua del canal.
En el otro lado del mostrador estaba el medidor, un hombre al que se le identificaba por llevar siempre las mismas prendas: camisa blanca remangada, blusón de color gris y mandil de rayas horizontales verdes y negras. Era el encargado de servir los vinos y lo hacía con la habilidad de quien lleva haciéndolo muchos años. Si la taberna tenía mesas y terrazas, eran los mozos quienes se encargaban de ellas.
Hasta el S. XIX las tabernas solían gozar de una decoración sobria: columnas de hierro fundido, zócalos de madera o azulejos con estantes para apoyar los vasos, anaqueles repletos de botellas y una caja registradora. A finales del S. XIX empiezan a predominar los adornos taurinos y años después los iconos futbolísticos.
Pero sin duda, el alma de una taberna es quien la regenta. El tabernero castizo conocía su oficio al dedillo, porque lo más normal era que lo hubiera heredado de sus padres. Por desgracia, quedan pocos que manejen con destreza esta ocupación.
Más información en “Tabernas y tapas en Madrid. Guía de tabernas madrileñas con historia”, de Carlos Osorio.
Las tabernas constituyen uno de los mayores atractivos de Madrid: un lugar donde compartir vinos y cervezas, degustar las más sabrosas tapas, todo ello siempre acompañado de amigos con los que disfrutar de placeres tan sencillos como la comida y la bebida. Abundan en Madrid las tabernas tradicionales, a pesar del peso de la modernidad