Cuatrocientos años lleva el Instituto madrileño San Isidro, situado en la calle Toledo 39, dedicado a la enseñanza. La idea de crear un museo didáctico -que exponga cómo se estudiaba en Madrid desde el S. XVII hasta nuestros días- ha surgido del profesor Rafael Martín ayudado por quince alumnos suyos y por el historiador Justo Corbacho.
En estos cuatro siglos de vida, las aulas del Instituto han acogido a estudiantes de la talla de Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, Víctor Hugo o Mariano José de Larra. Pero también pasó por allí el bandolero Luis Candelas, que fue expulsado tras abofetear a un profesor.
El origen de ese centro está ligado a María de Habsburgo, hija de Carlos V y viuda de Maximiliano II, que fue quien impulsó el proyecto didáctico de la Compañía de Jesús. Le cedió su herencia en 1603, surgiendo el Colegio Imperial, transformado luego en Seminario de Nobles. Después de la expulsión de los jesuitas de España en 1767, pasó a denominarse Estudios de San Isidro.
En el S. XX fueron alumnos del San Isidro algunos reyes europeos, como el futuro rey don Juan Carlos que hizo su examen de ingreso en 1949 o la futura -también- reina de Bélgica, Fabiola de Mora y Aragón, cuyas notas de ingreso datan 1938 y se pueden ver en la exposición.
El instituto en sí es una verdadera obra de arte. Llama la atención el claustro, florón del barroco español obra de Melchor de Bueras en 1679, sus pasillos de techos altos, sus aulas que conservan las gradas y la escalera de peldaños ritmados con “tempo maestoso”.
En los muros de su flamante escalera se exponen hoy los tesoros de este museo que se pueden visitar sólo los viernes -y con cita previa- entre las 17.30 y las 20.30 horas. Entre los copiosos fondos del San Isidro se pueden observar los expedientes escolares de Gregorio Marañón, Vicente Aleixandre José de Echegaray, Jaciento Benavente o los hermanos Machado; los métodos de enseñanza, los libros, minerales, placas epidoscópicas y otros muchos objetos didácticos de otro tiempo.
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