La institución del Paseo de la Castellana celebra que hace un siglo se instaló en el antiguo Palacio de la Industria y las Artes. Los orígenes se remontan a la segunda mitad del S. XVIII, concretamente a 1771 cuando el monarca Carlos III fundó el Real Gabinete de Historia Natural en el Palacio de Conde de Saceda.
A comienzos de los años treinta del siglo pasado, un Madrid provinciano se convulsionó al descubrir que un elefante naturalizado (disecado, según los términos de aquel momento) encima de una plataforma con ruedas y remolcado por un tractor atravesaba el Paseo del Prado.
El elefante era un regalo del Duque de Alba al museo. Tal vez la falta de espacio o el apremio de no saber muy bien qué hacer con él condujeron al paquidermo al peor de sus finales: fue desollado y su piel fue guardada hasta nuevo aviso.
Serían los hermanos Benedito, los mejores taxidermistas de nuestra historia, quienes treinta años más tarde se instalaron en el Jardín Botánico y a partir del tamaño de los colmillos crearon un armazón gigante sobre el que acoplaron la piel.
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