La idea de continuar en la plaza empieza a perder apoyos entre los precursores del movimiento. Algunos indignados temen que los problemas del campamento hagan olvidar las propuestas de cambio político y social
Mantener el campamento de Sol como insignia de una "conciencia ciudadana despierta" que ha puesto en jaque a las autoridades o levantar las tiendas y abandonar la plaza con la sensación de que el campamento "no da más de sí" y de que este asentamiento puede acabar siendo un estorbo para el futuro del movimiento 15-M.
Entre talleres, grupos de discusión, asambleas y todo tipo de actividades que se desarrollan en Sol, esta disyuntiva planea como una nube amenazante sobre las cabezas de los indignados, que ayer cumplieron su día 18 apostados en el kilómetro cero de la capital para protestar por un sistema político y económico en el que dicen no se sienten representados.
Los problemas de seguridad de los que viene advirtiendo la comisión de respeto la encargada de salvaguardar la buena convivencia, así como la "insalubridad" de la zona que atestiguó la de sanidad, han ido creando en algunos indignados la conciencia de que el campamento de Sol "ya cumplió su cometido" y que ahora es el momento de encarrilar el Movimiento15-M desde otra perspectiva.
Estas circunstancias se unen, además, a que la acampada, convertida ya en una miniciudad, genera demasiados problemas como para que los indignados puedan centrarse en los motivos que les llevaron a echarse a las calles a mediados de mayo, emulando las protestas que ya habían tenido lugar en Portugal, Italia, Grecia o los países árabes.
Con toda su envergadura, ¿el campamento corre el riesgo de convertirse en un lastre para el 15-M? "Creo que dificulta en cierto modo al movimiento, pero decir que todo el movimiento depende de la acampada de Sol es ridiculizarlo", apunta un joven que colabora en la comisión de extensión a barrios.
De la misma opinión es Mowgli, voluntario del grupo de respeto, que apunta que lo más favorable sería "decidir una salida todos juntos porque creamos que ha llegado el momento, no porque nos echen". La pregunta se hace evidente, ¿ha llegado ese momento? "Creo que sí", responde ante la atenta mirada de su compañera Annie, también de la comisión de respeto que, por el contrario, piensa que Sol tiene que continuar. "Si nos levantamos, quizá también lo hagan las demás ciudades que todavía no están trabajando en la extensión a los barrios. Entonces todo se quedaría en nada", lamenta.
"Hay problemas sociales que ya estaban aquí antes de que llegáramos y que siguen estando. Hemos intentado hacerles frente, pero nuestra intención no es solucionar esos problemas, sino hacer un movimiento político donde estas personas estén incluidas", apunta el voluntario de la comisión de extensión. A su lado, una compañera más proclive a no abandonar la plaza sentencia: "Nos podremos ir de Sol, pero sabemos el camino de vuelta. Ese tiene que ser el mensaje".
Sin embargo, parece que la idea de continuar con la acampada empieza a perder apoyos entre los precursores del movimiento. Entre la plataforma Democracia Real Ya —que organizó la manifestación del 15-M y que después se desvinculó de la acampada aunque la apoyó—, el colectivo Juventud sin Futuro —que también participó en la marcha— o los "históricos" de Sol —así se autodefinen los que llevan en la plaza desde la primera noche— se ha ido extendiendo el sentimiento de que existe algo más allá del campamento en la Puerta del Sol. Incluso más allá del fenómeno de la acampada.
Debates continuos
Los "históricos" se reunieron hace dos días en privado para discutir qué hacer. "Lo mejor es desmontar", aseguró uno de ellos. El agotamiento empieza a hacerse insoportable y creen que "los continuos debates" sobre si quedarse o no impiden ver que siguen trabajando. De hecho, muchos ya ni siquiera lo hacen desde Sol.
"Estamos en internet, moviéndonos y comunicándonos a través de las redes sociales". Así surgió el movimiento y así quieren que siga. El campamento fue una demostración de que el hartazgo puede tomar las plazas. "Ahora tenemos que seguir", insisten. Y, aunque no sea oficial, entre esos "históricos" hay casi un consenso: salir a los barriosy reunirse en Sol cada cierto tiempo. Su objetivo es demostrar que el movimiento sólo ha comenzado con el campamento, pero no terminará con él.
"La acampada, que es una opción muy legítima, tiene que tener un final digno y que sea fruto de la decisión de los propios acampados, sin presiones externas", apunta Fabio Gándara, uno de los portavoces de Democracia Real Ya.
"No considero que vaya a perjudicar al movimiento, pero hay que centrarse en el objetivo de cambiar la realidad política", explica. Fabio Cortese, de Juventud sin Futuro, se expresa en términos similares. "No se puede mantener de forma indefinida, eso podría quemar el 15-M. Es algo simbólico que está ahí y a donde podemos volver cuando queramos".
Además, los primeros en acampar insisten en que lo peor que les puede suceder es que la acampada cercene el movimiento. Sería difícil recuperar la confianza si se convierte en su propia enemiga. Por pensar, ya ni piensan en la Policía. "No creemos que intervengan el fin de semana, pero, si esto sigue así, seguro que al inicio de la próxima desalojan". Lo advierten sin tampoco temerlo. Lo único que buscan es una salida. Una puerta que salve el movimiento más allá de la Puerta del Sol.
- Consulta el especial sobre la acampada en Sol: Indignados
publico.es
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