En las últimas semanas el gobierno de la Empresa-España repite de forma machacona la necesidad de disminuir el déficit: “No podemos gastar más de lo que tenemos”. El lema simplifica las variables en juego hasta el grado de convertir el asunto de la austeridad en una cuestión moral que busca la complicidad de la cuidadanía. El mensaje pretende ser claro: quien se desvíe de los compromisos de ajuste del gasto público que se establecerán en la nueva ley de estabilidad y sostenibilidad se tendrá que atener a las consecuencias. Si no recortas serás procesado. Pero la amenaza del gobierno olvida convenientemente el pasado y dirige la mirada hacia el futuro. Importan más los recortes que vendrán que el despilfarro de años pasados. La hipocresía parece no tener límites. Es una broma pesada que el ex alcalde de Madrid, sin duda campeón olímpico de la deuda, sea el actual ministro de Justicia.
Alberto Ruiz Gallardón ha conseguido llegar a un puesto en el gobierno nacional después de utilizar Madrid como puente de plata. En su primera comparecencia importante como ministro, el moderado y dialogante discípulo de Fraga ha demostrado que tiene tanta cintura política como su maestro. La medidas que anunció en el Congreso han sido un guiño a la derecha más conservadora: repago en justicia laboral y civil, modificación de la ley del aborto para que las menores estén bien atadas a la decisión de sus padres o cadena perpetua en una país con las cárceles a rebosar. ¿Nos ha engañado a todos? No se preocupen, la política es un baile de máscaras.
En Madrid, ya sabíamos que la imagen progresista de Gallardón era puro teatro. Un rápido paseo por su mandato puede ayudarnos a conocer las claves del devenir de una ciudad que se transformó en un espectacular escaparate en construcción permanente. Un trampolín político a base de hipotecar dinero público en macroeventos y megaconstrucciones que han llevado a Madrid a una bancarrota económica sin precedentes.
En el año 2003, cuando Gallardón llegó a la alcaldía, la deuda del Ayuntamiento era de 1.167 millones. Según los datos del Banco de España, Madrid tiene actualmente 6.891 millones de euros deuda, o lo que es lo mismo, más de 2.200 euros por habitante. El agujero madrileño representa el 20% de la deuda total de los ayuntamientos de España y le supone al consistorio madrileño tener que pagar cerca de un millón de euros diarios en intereses. En 2012, uno de cada cuatro euros irán destinados directamente a las arcas de los acreedores.
Mientras se tacha de irresponsable a la gente que no puede hacer frente a los créditos hipotecarios, a un tipo capaz de endeudar de por vida a los madrileños le hacen ministro. La obra de la M-30, una operación ilegal, como han sentenciado los tribunales por no someterse a evaluación ambiental previa, ha costado a los madrileños más de 4.000 millones de euros reconocidos, a los que hay que sumar los grandes costes financieros que se prolongarán hasta 2035.
Algunas estimaciones cifran el coste total de la obra de la M-30 alrededor de los 20.000 millones de Euros (López de Lucio).
Las grandes beneficiadas de la M-30 fueron las de siempre: bancos y grandes empresas constructoras, que también desarrollaron las infraestructuras asociadas a las fracasadas candidaturas olímpicas. Gallardón repartió juego y los bonos del ayuntamiento de Madrid, pagados por todos nosotros, se encuentran bien distriduidos entre los principales bancos españoles y europeos. De hecho, cuando Lehmann Brothers quebró en Octubre de 2008 tenía en su posesión bonos de deuda del ayuntamiento de Madrid.
La demanda ciudadana de hacer una auditoría pública de los enormes gastos que supusieron las candidaturas olímpicas, habría puesto al descubierto las cantidades ingentes de dinero público destinadas a hacer de Madrid una gran tienda-escaparate. Parece que Ana Botella no tira la toalla porque nuestra ciudad lo que necesita es un gran evento para generar empleo gracias a la reactivación de la construcción.
Antes de despedirse de la alcaldía, el nuevo ministro de Justicia se definía así mismo como un servidor público
. Pues bien,
habría que recordarle que este año el Ayuntamiento de Madrid destinará cuatro veces más al pago de la deuda que a la atención social.
Cuando recientemente Gallardón anunciaba la restauración de la cadena perpetua, los madrileños sabíamos de lo que hablaba.