A luchar tanto contra la desigualdad como contra la intolerancia ha dedicado José Manuel López la mayor parte de su vida. Ocho años al frente de la dirección de Análisis y Proyectos en Cáritas y otros tantos al frente de la Fundación Pluralismo y Convivencia, dependiente del ministerio de Justicia, lo dotan de autoridad moral más que sobrada para que nos tomemos en serio las cosas que dice.
El secreto mejor guardado por Podemos, su cabeza de lista en la Comunidad de Madrid, José Manuel López, una persona de perfil bajo y desconocida para el gran público pero cuyo mayor aval es su destacado papel durante años en los sectores sociales, sobre todo, en su etapa en Cáritas.
López (Madrid, 1966), Ingeniero Agrónomo por la U. Politécnica de Madrid y Diplomado en Ordenación del Territorio y Medio Ambiente por la U. Politécnica de Valencia, se trata de un "reconocido profesional del tercer sector".
López fue durante seis años director del departamento de Análisis Social y Desarrollo de Cáritas España, coordinando el área de acción social y conociendo parte de la realidad de nuestro país, y también trabajó en cooperación internacional para la Comisión Ejecutiva de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Entre 2005 y 2008 fue el director general de la Fundación Pluralismo y Convivencia, perteneciente al sector público, adscrita al Ministerio de Justicia y anteriormente desarrolló su trabajo en la consultoría privada como ingeniero especialista en evaluación y planificación.
Ha formado parte del tejido asociativo de Madrid, primero en las asociaciones juveniles de, su barrio, Hortaleza y después en proyectos radiofónicos comunitarios. Es miembro del colectivo “Qué Hacemos” y del círculo 3E (Economía, Ecología y energía).
Recuperemos las instituciones para poder recuperar la calle. No para protestar, sino para vivir.
Torear en Madrid no es ninguna broma. En las Ventas, mientras haya toros, es donde se doctora uno. Y en política, en nuestro país… el máster se obtiene en Madrid. El centro de todas las conspiraciones, de todas las especulaciones, todas las traiciones, el kilómetro cero de los navajazos y los duelos a primera sangre, una auténtica balsa de pirañas dispuestas a dejarte hecho un guiñapo apenas te despistes un segundo. Así es Madrid y en ese Madrid es donde se ha metido “a torear”, como candidato a la Comunidad por Podemos José Manuel López, con su traje de ciudadano de a pie, sus templadas maneras y una cosa clara por encima de cualquier otra: esto tiene que dejar de ser así.
Madrid fue durante muchos años el campo de pruebas donde se llevaron a cabo las experiencias piloto neoliberales más descaradas, que luego aplicaría el pp en muchas autonomías más y Rajoy en el gobierno de la nación. Lo han dejado todo hecho unos zorros en la Comunidad. El uno (Gallardón) por faraón, la otra (Aguirre) por soberbia, descarada y depredadora… y los dos, como mínimo, por incompetentes, al haber estado rodeados de (presuntos) delincuentes, algunos en la cárcel y otros muchos empurados por chorizos, y no haberse dado cuenta nunca de nada, según dicen: Gürtel, sobres, Bankia, Púnica, escándalos a cual más gordo, como si sus protagonistas hubieran estado compitiendo entre ellos a ver quién se lo llevaba más calentito y conseguía además, de paso, la medalla de oro a la desfachatez y la sinvergonzonería.
Y en medio de todo esto va y se mete, con un par, ese “incauto” y hasta hace poco desconocido ciudadano de Manoteras de 49 años llamado José Manuel López Rodrigo. Y se pone a denunciar, sin levantar la voz, la injusticia, la desigualdad, la intolerancia… A promover una lucha a la que ya, en realidad, venía dedicando su vida desde mucho tiempo antes.
Dos de las cosas que más complican la convivencia entre los seres humanos son la desigualdad y la intolerancia. Parece obvio que no es de recibo que unos cuantos desaprensivos amasen millones en Suiza mientras miles de ciudadanos están perdiendo su vivienda, no pueden pagar su luz, o ni siquiera pueden comer. Esa desigualdad es directamente delictiva, y admite poco debate. La otra pared contra la que nos estrellamos sin remisión en este país, a la hora de relacionarnos los unos con los otros es la intolerancia, sobre todo la religiosa. En la práctica, no funciona el pluralismo a pesar del artículo 16 de la Constitución, lo que se traduce en abuso de poder de la religión hegemónica y desprecio fáctico por las demás confesiones, tan intolerantes las unas como las otras, dicho sea de paso.
Pues bien, a luchar tanto contra la desigualdad como contra la intolerancia ha dedicado José Manuel López la mayor parte de su vida. Ocho años al frente de la dirección de Análisis y Proyectos en Cáritas y otros tantos al frente de la Fundación Pluralismo y Convivencia, dependiente del ministerio de Justicia, lo dotan de autoridad moral más que sobrada para que nos tomemos en serio las cosas que dice.
Y José Manuel dice que hay que poner en marcha ya un plan de rescate ciudadano que siente las bases de una salida urgente de la crisis, que hay que cambiar el modelo productivo, que hay que levantar las alfombras porque Madrid ha invertido miles de millones en actuaciones que no eran necesarias y quiere saber qué ha pasado con ese dinero; que hay que tener un funcionamiento mucho más transparente del que existe en estos momentos; que hay que asegurar los bienes comunes y el bienestar, algo que no se ha producido; que no puede ser que Madrid sea un paraíso fiscal dentro del Estado español, que hay que conocer los nombres y apellidos de todos los amnistiados fiscales…
Dice José Manuel López todas estas cosas, y muchas más, y ofrece las soluciones que entiende son posibles llevar a cabo basándose en sus anteriores experiencias como gestor. Ha dedicado su vida a luchar contra la injusticia y eso es lo que le ha llevado ahora a aceptar la propuesta de Podemos para encabezar la candidatura a presidir la Comunidad de Madrid. Nada menos que Madrid.
Haber sido un desconocido hasta ahora le exige un esfuerzo añadido y lo sabe. Pero si en algún momento era la hora de los ciudadanos normales, ese momento es ahora. Y José Manuel es un ciudadano normal. A día de hoy, asegura que volverá a su casa y a sus ocupaciones de siempre apenas deje hecho en política lo que se propone hacer y cuyo resumen sería plantar batalla sin cuartel a la desigualdad y la intolerancia… y ganarla. Apenas te sientes en el sillón, querido José Manuel, aplicaremos la lupa sobre ti y te someteremos al tercer grado. Es lo que tienen las balsas de pirañas. No te dejaremos pasar ni una, pero lo primero es lo primero, y lo primero es echar a éstos. Vamos a ello. A torear.