El Ayuntamiento de San Martín de la Vega pretende talar cientos de árboles para hacer un campo de golf con fondos públicos para uso privado. Mientras, este mismo municipio desmonta la línea de tren de cercanías entre Pinto y San Martín de la Vega.
El Ayuntamiento de San Martín de la Vega (20.000 habitantes), en Madrid, tiene previsto construir un campo de golf, para lo que talará 3.860 olivos de grandes dimensiones. La alcaldesa del municipio, Carmen Guijorro (PP), firmó en marzo con la Federación de Golf de Madrid un acuerdo por el que se construirá un campo de golf que se levantará sobre un terreno público y cuyo uso será privado, sólo para federados. Al proyecto, que se encuentra aún en fase de evaluación ambiental, se oponen diversos colectivos ecologistas y ciudadanos, que han presentado alegaciones contra el mismo.
Entre estas organizaciones, la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (Arba), la Asociación Ecologista del Jarama El Soto, Ecologistas en Acción, Grupo de Acción para el Medio Ambiente (Grama) y Jarama Vivo.
Las instalaciones del futuro campo de golf, de 18 y 9 hoyos, se ubicarán en una finca de 60 hectáreas situada junto al complejo de ocio de la Warner y lindando, al nordeste, con el Parque Regional del Sureste.
Ley del Arbolado Urbano
El olivar que se talará para la construcción del campo de golf cuenta con una antigüedad documentada de 57 años, y se estima que cada ejemplar supera los 60 años de edad. Por ello, según la propia ley de la Comunidad de Madrid, 8/2005 de Protección del Arbolado Urbano, si se eliminan los 3.800 olivos adultos en terreno urbano, se deberán plantar tantos árboles como años tuvieran en su conjunto, lo que, según los cálculos de las organizaciones denunciantes, un total de 220.000 árboles en el mismo espacio.
Sin embargo, “el estudio de impacto ambiental de los promotores no especifica qué van a hacer con los 3.800 olivos, ni con el pinar de dos hectáreas, cuyos pinos también van a talar, en los terrenos donde quieren construir el campo de golf. En el informe se señala que existen estos árboles, pero no cuál será su final. No van a cumplir la ley de protección del arbolado”, señala a DIAGONAL Raúl Urquiaga, de Grama.
El proyecto del campo de golf de San Martín de la Vega no contempla poner aislamiento hídrico en la zona que desemboca en el embalse de Gózquez, una reserva de anfibios que se contaminará con los fitosanitarios del campo de golf
Pero, además, los pesticidas y fertilizantes que se usan en los campos de golf van a tener también consecuencias, “muy graves” según las organizaciones ambientales, sobre la flora y la fauna de la zona. “El proyecto del campo de golf de San Martín de la Vega no contempla poner aislamiento hídrico justo en la zona de la cuesta que desemboca en el arroyo que va al embalse de Gózquez. Este embalse es una reserva de anfibios de la Comunidad de Madrid, en concreto del sapo común, muy sensible a la contaminación de las aguas que almacenarán los fitosanitarios procedentes del campo de golf ”, afirma Urquiaga.
Reserva de sapos comunes
Estos anfibios cruzan la carretera de San Martín de la Vega a Perales del Río en otoño y muchos de ellos son atropellados. “Contamos con una de las comunidades más importantes de sapo común y sapo corredor de la península. Desde los distintos colectivos ambientales de la zona recogemos a los animales para ayudarlos a cruzar la carretera que los lleva al pantano desde la zona de la Marañosa, pero muchos son atropellados. Ahora van a morir por contaminación si no frenamos el campo de golf”, denuncia también Vicente García, de Ecologistas en Acción de Valdemoro, municipio madrileño limítrofe con San Martín de la Vega.
Por su parte, una vecina de San Martín de la Vega, muy activa en la protección de los anfibios, relata a este medio que, además de los sapos, “hay avutardas, especie protegida, y también turones (hurones silvestres), que aparecen atropellados todos los días en la carretera. Nos vendieron el parque de ocio Warner como una bicoca, entonces con el PSOE en el Ayuntamiento. Ahora el PP quiere poner un campo de golf... Qué barbaridad, van a acabar con todo”, lamenta.
Este medio ha tratado de recabar la opinión de la alcaldesa popular de San Martín de la Vega, pero no ha sido posible.
Para García, la alcaldesa promueve un proyecto especulativo y no tiene en cuenta las consecuencias medioambientales: “El Parque del Sureste cuenta con una gran riqueza de especies, parece mentira que a las puertas de Madrid exista aún esta variedad y riqueza. Además, ésta es una zona de gran valor arqueológico, con asentamientos visigodos y carpetanos, muchos destruidos para montar el parque Warner. Ahora la Comunidad de Madrid acaba de modificar la Ley de Patrimonio, precisamente para dar vía libre a este tipo de instalaciones, como, por ejemplo, Eurovegas”, señala.
Desmontar lo público
Las organizaciones ambientales que denuncian el proyecto del campo de golf en San Martín de la Vega también llaman la atención sobre el desmantelamiento que está llevando a cabo el Ayuntamiento de esta localidad de la vía del tren de cercanías que comunicaba la localidad de Pinto con San Martín de la Vega. "El tren se puso en marcha para comunicar ambos municipios con ocasión de la Warner, ahora están desmontando las vías con el coste que supone y cuando ni siquiera ha llegado a funcionar ni 10 años", dice García. La línea entre Pinto y San Martín de la Vega fue inaugurada por Alberto Ruiz Gallardón en abril de 2002, un mes antes de la apertura de la Warner, con una inversión de dinero público de 85 millones de euros.
Estos colectivos denuncian también el consumo exagerado de agua que supondrá el campo de golf, aunque en el proyecto, explican, las cifras han sido maquilladas. "El proyecto presentado prevé un consumo de agua de 317.000 m3/año, una cantidad un 39% inferior que si se calculase el consumo siguiendo fielmente la metodología recomendada por el Canal de Isabel II para estas instalaciones". Además, las Normas Urbanísticas de 2006 califican los terrenos donde irá el campo de golf como zona verde para desarrollar dotaciones de parques y jardines, por lo que "no se deberían talar los 38.690 olivos sino conservarlos", afirman.