" Ha vuelto a subir el pan, como cada vez que habla. Discurso repetitivo y lleno de maldad y de excusas para no afrontar una realidad que cada vez ven más de cerca."
Los "indignados", los "camorristas" y "pendencieros", "abogan por un principio de democracia directa" bajo el que "se puede esconder un golpe de Estado". Con este discurso radical se ha expresado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que ha aprovechado la presentación del libro de Pedro J. Ramírez El primer naufragio para advertir sobre la peligrosidad del movimiento 15-M.
Al acto ha asistido buena parte de la clase política, encabezada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder conservador, Mariano Rajoy. Allí ha hecho su intervención Esperanza Aguirre junto al presidente del Congreso, José Bono, que ha calificado de "despropósito" las comparaciones de Aguirre.
Considerando que la obra supone una advertencia para los políticos de hoy en día, que no han de permitir que "la demagogia de resentidos y minorías organizadas cambie fatalmente el rumbo de la historia", ha equiparado los movimientos populares actuales con los de la Revolución Francesa y ha asegurado que cuando a la democracia se le añaden adjetivos como "orgánica, popular o directa, en realidad se está hablando de dictaduras".
Por su parte, Bono, ha rehusado sumarse al discurso de Esperanza y ha considerado que "no sería justo arremeter contra los indignados", apelando al valor de la razón, que, como ha subrayado, "es de los españoles", no "de Rajoy ni de Zapatero".
Durante su intervención, la presidenta conservadora también ha tenido tiempo para denunciar la concentración que los indignados realizaron ante el Parlamento de Catalunya y hacer una alusión velada a Rubalcaba, al criticar que haya dirigentes políticos que busquen la connivencia con el movimiento y digan públicamente "que un tribunal no debe corregir la soberanía del pueblo".
En su particular defensa del sistema democrático, que aboga por mejorar a partir de lo que ya existe, Esperanza ha incidido en que "la manifestción, la toma de la calle y la mano alzada" suelen terminar con la imposición de "la voluntad de unos pocos manipuladores sin escrúpulos".