Una asociación denuncia los controles de identidad "racistas" por parte de la policía en Madrid. Los inmigrantes rompen con su vida normal debido al miedo a ser detenidos
"En cuestión de unos diez o quince minutos la policía realiza 30 identificaciones, siete retenciones y finalmente tres detenciones. De las siete personas retenidas, cinco son latinoamericanas".
Este párrafo está incluido dentro del informe presentado hoy por las
Brigadas Vecinales de Observación de Derechos Humanos (
BVODH ).
Estas brigadas compuestas por voluntarios preocupados por las supuestas redadas ilegales, se han dedicado a recabar datos desde el 10 de diciembre de 2009 al 10 mayo de 2011 a través de una muestra "aletoria" de los controles de identificación realizados por la policía en Madrid.
Las estaciones de Lavapiés, Diego de León, Aluche o Tirso de Molina han sido las zonas de mayor frecuencia de avisos de controles de identidad con 31, 19, 17 y 10, según ha recogido las BVODH.
Controles sistemáticos y xenófobos
Según las Brigadas Vecinales, en la capital madrileña la policía realiza "controles sistemáticos, discriminatorios, clasistas, ilegales y xenófobos" sobre la población extranjera.
El informe destaca que se produce una constante persecución de inmigrantes en situación administrativa irregular. Según la asociación, el tipo de redada más habitual no supone un gran despliegue policial, sino que se realiza a través de agentes que suelen ir de paisano para buscar el factor sorpresa y evitar visibilizar los controles.
El estudio explica también que las redadas tienen lugar en espacios de tránsito de personas como las inmediaciones de las estaciones o paradas de metro, aunque también en la vía pública y en lugares de encuentro, como locutorios o bares.
Algunos inmigrantes dejan de asistir al trabajo por el miedo a los controles
La interiorización del miedo
Según este colectivo, los efectos de los controles "racistas" producen graves efectos sobre la vida los irregulares. El inmigrante interioriza el miedo y deja de hacer vida normal: no asiste al trabajo, no lleva a los niños a la escuela o no va a la calle por temor a ser interceptado por la policía. Incluso se ha dado la situación de inmigrantes que ha cogido un taxi para desplazarse a su lugar de trabajo.
Además, otro de los efectos de los controles abre la posibilidad de que sea internado en un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) o deportado a su país, lo que acrecienta todavía más el temor a salir a la calle.
No es la primera que este tipo de controles de identidad levantan polémica. A principios de mes varias personas
impedían la detención de un inmigrante que se encontraba en el interior del metro. Cuando los policías subieron, se encontraron a varias decenas de personas que imposibilitaron que se llevaran al detenido.
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