SOY HIJA DE MADRID LO MISMO QUE FUE MI PADRE, COMO MI MADRE TAMBIEN LO ES, EN ESTA TIERRA DE ARTE DONDE SIEMPRE VIVIRE ... EL RECORRER DE SUS CALLES, LAS CUALES NO TIENEN FIN, TE HACEN SENTIR EL EMBRUJO QUE SIEMPRE GUARDA MADRID, ... Y VENGAS DE DONDE VENGAS, LLEGUES DE CUALQUIER LUGAR, TE SENTIRAS MADRILEÑO, POR LA CALLE DE ALCALA..... Y POR EL MADRID MAS VIEJO QUE PISABAN MIS ABUELAS, PASEARAS SIN DESCANSO POR SUS CALLES Y PLAZUELAS, Y BIEN SEA DE TAPEO DE ENTRESIJO Y GALLINEJA, CHOCOLATE CON BUÑUELOS, DIRAS CON LA BOCA LLENA ...¡!! QUE DESDE MADRID AL CIELO ¡!!

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miércoles, 9 de febrero de 2011

El paseo de la Castellana tal como era

Un libro recorre los antiguos palacios del principal eje de la ciudad, de los que un 80 por ciento han desaparecido

Los paseos de la Castellana, del Prado y de Recoletos nacieron como una vía amplia, ajardinada y dedicada al esparcimiento público. Pronto se convirtieron en un lugar de moda donde las clases pudientes decidieron vivir. Se construyeron decenas de palacios, pero a día de hoy el 80 por ciento de ellos han desaparecido. Sólo queda su recuerdo en las retinas de los más mayores y en algunas fotos que ya se tiñen de sepia.
Pero la memoria es un músculo que precisa entrenamiento, y para ello, se ha publicado «Palacios de la Castellana», de Ignacio González-Varas, editado por Turner y patrocinado por la Fundación Rafael del Pino, Bankinter y Omega Capital. Una joya en 300 páginas, con estupendas fotografías, algunas de las cuales salen del Archivo Histórico de ABC.
Desde el Hipódromo de la Castellana —poco más arriba de la plaza del doctor Marañón— al palacio del Marqués de Alcañices —derribado y sobre cuyo solar se construyó el Banco de España—, el libro recorre gráfica e históricamente cada uno de estos hitos arquitectónicos. Alguno aún se mantiene, con un cierto aire retador.
Historia en sus muros
Pío Baroja escribía en 1940 un artículo en La Nación de Buenos Aires, en el que hablaba de estos palacios, «prácticamente desaparecidos» por «un proceso económico fatal e ineludible», a pesar de que «media historia de España contemporánea puede decirse escrita dentro de sus muros».
Baroja hablaba con clarividencia: la situación empeoró y muchos de estos palacios, según recoge el libro de González-Varas, fueron derribados un poco después, en las décadas de los 50, 60 y 70. Se contabilizan más de 50 palacetes entre los paseos de la Castellana, Recoletos y el Prado, de los que ahora apenas quedan ocho en pie.
En el prólogo, Antón Capitel recuerda cómo se gestó este eje, «una misma calle con tres nombres distintos», que pasó de vaguada a lugar de esparcimiento de la alta burguesía gracias a la feliz idea del Conde de Arnada de crear el «Salón del Prado», en 1763.
Una vez hecho, la zona se revalorizó, comenzaron a levantarse palacios particulares, como el de Buenavista, hoy Cuartel General del Ejército, en Cibeles; o el de Villahermosa, en Neptuno, luego edificio del Banco Coca y al final Museo Thyssen-Bornemisza.
Pero el avance de los tiempos, el desarrollo de Madrid y los intereses de todo tipo entraron a saco en la zona y terminaron con un estilo de arquitectura que era también un estilo de vida. Los palacetes exentos con jardines que consiguieron sobrevivir lo hicieron compartiendo espacio con edificios de más altura, que «enterraban» en vida a las casas señoriales. Eso, en los casos en que no desaparecieron, derribados para ser sustituidos por novedades como las Torres de Colón.
Antiguo hipódromo
En la parte ahora media —entonces final— del paseo de la Castellana, estaba el hipódromo, construido según proyecto del ingeniero Francisco Boquerín e inaugurado el 31 de enero de 1878, en presencia de los reyes Alfonso XII y María Cristina. Hasta 1932 pervivió en la zona, y atraía a muchos aristócratas que, además, residían en alguno de los palacios de las proximidades. Fue demolido para construir en su lugar los Nuevos Ministerios.
Desapareció el Palacio Xifré —paseo del Prado 18-20—, de arquitectura neoárabe. Y el del duque de Medinaceli —plaza de las Cortes, 7—, sobre cuyo solar se construyó el Hotel Palace.
Algunos de los ausentes tienen detrás historias románticas, como el palacio del Marqués de Casa Riera —frente al Círculo de Bellas Artes—, en cuyos jardines se dice que murieron un hombre atravesado por una espada y una misteriosa y bella mujer vestida de blanco. El marqués mandó plantar un ciprés y juró que mientras no se secase ese árbol, el jardín permanecería abandonado y el palacio deshabitado.
Una de las grandes pérdidas fue el palacio del duque de Uceda-Medinaceli, en la plaza de Colón. Y entre Serrano y Castellana existía una calle de recorrido serpenteante, llamada Martínez de la Rosa pero conocida por todos como «la calle de la S». La ocupaban varios hoteles-palacetes con fachada a la Castellana —entre el número 36 y el 44— , que sucumbieron todos a la piqueta. En uno de ellos vivió el conde de Romanones. En otro, doña Adela de Larra, hija de Mariano José.

Una puerta de Hierro para el Retiro

El distrito de Carabanchel, una 'aldea' en la otra orilla

Presos en 1942, en la obras de construcción de la cárcel de Carabanchel

  • Carabanchel es actualmente el distrito más poblado de la capital.
  • Nació como dos villas de cultivo de los garbanzos que se vendían en Madrid.
  • Eugenia de Montijo se contó entre sus vecinos.
Tuvo Ayuntamiento propio, hospital, cárcel para "maleantes" y tierras de cultivo que suministraron durante décadas el principal ingrediente del cocido madrileño: los garbanzos. El que presume de ser el distrito más poblado de la capital, Carabanchel (256.645 habitantes), nació por duplicado –los Carabancheles (Alto y Bajo)– y atesora una historia que José M.ª Sánchez Molledo desgrana en forma de instantáneas en el libro Carabanchel, un siglo de imágenes (1860-1960), de Ediciones Amberley.

Paradigma del mundo rural durante la Edad Media, en los siglos XVIII y XIX fue el destino elegido por nobles y reyes para pasar temporadas de descanso por lo saludable de su clima. Tanto que quien estaba llamada a ser emperatriz de los franceses, Eugenia de Montijo, se contó entre sus vecinos. Y sigue muy presente, porque una calle del actual distrito lleva el nombre de su más ilustre benefactora.
Mención especial merece la construcción del Puente de Toledo, que permitió conectar los Carabancheles con Madrid. El primer coche que lo atravesó fue el del marqués de Vadillo y corría el año 1721. Mucho antes, ya en el siglo xvii, en los márgenes del Manzanares proliferó el oficio de la época: las lavanderas.

Mucho después, las tropas nacionales habrían de acabar con el sueño republicano de Carabanchel, tomado para la causa franquista en 1936. Desde su emblemático puente entraron en Madrid las fuerzas del Generalísimo, dando así por acabada la contienda.

Los vecinos luchan porque se levante el segundo hospital del distrito Una guerra que dejó en Carabanchel viviendas, iglesias y palacios devastados. Como parte de la reconstrucción, el término municipal histórico –que abarcaba desde el Manzanares hasta Leganés, de norte a sur, y desde las tapias de la Casa de Campo hasta Villaverde, de oeste a este– fue anexionado a Madrid en 1948. Poco después fue dividido en lo que hoy conocemos como Carabanchel, Usera y Latina.

El 26 de octubre de 2008, el distrito saldaba otra deuda con la historia. Ese día concluyó la demolición del que durante décadas fue el edificio más emblemático del distrito: la cárcel, cuya construcción jamás concluyó y funcionó como penitenciaría desde 1944 hasta 1998. Un total de 1.000 presos políticos de la dictadura sometidos a trabajos forzados fueron la mano de obra. Hoy, los vecinos luchan porque en el solar se levante el segundo hospital del distrito, tras el Gómez Ulla, en una suerte de guiño a los que murieron ajusticiados en ella.

El agua milagrosa de su ermita


Fue la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, la que ordenó la construcción de la ermita de San Isidro en 1528 junto al pozo del que brota, presuntamente, un agua milagrosa. La misma que habría curado de unas fiebres a su hijo, el futuro Felipe II. El actual edificio, tal y como se le conoce, fue levantado en 1725 por Baltasar de Zúñiga. Hasta la fuente milagrosa y la pradera contigua siguen llegando madrileños todos los 15 de mayo, fiesta del patrón, para beber del caño y degustar las rosquillas del santo.

3D Madrid in Google Earth

GRAN TURISMO 5 MADRID GAMESCOM GAMEPLAY

MADRID protagonista en un juego simula una casi idéntica ciudad!!